¿Es la muerte un tabú? Tratándose de uno de los oficios más antiguos del mundo, símbolo, y único vestigio de civilizaciones incipientes; la primera y única huella que dejaron en la historia fue a través de unas piedras grabadas sobre algunos huesos.

Encuentra salida laboral en la tanatoestética
Desde entonces, la tanatopraxia ha dado muchas vueltas, algunas veces impulsada por convicciones o guerras, y otras veces oculta y detraída, no solamente por las mismas ilusiones que laurearon su fama. Pero siempre en terreno controvertido, y siempre respondiendo a un amplio catálogo de necesidades.
Actualmente en España, -con algunos miles de años de prórroga- hemos logrado reconocer la profesión de tanatopractor. Hace poco menos de una década, las practicas sanitarias sobre cadáveres se han estado realizando principalmente a través de los médicos.
Médicos que han llevado a cabo conservaciones transitorias y embalsamamientos, con la finalidad de que el difunto se pudiera desplazar de un lugar a otro cumpliendo el reglamento; asegurándose de que el óbito no representara un riesgo para la salud pública, pero con frecuencia obviando el aspecto estético.
Ya que se presentaba a la persona fallecida tal y como era en vida, de modo que familiares y allegados pudieran dar el último adiós de forma digna, guardar un buen recuerdo de él, mitigar su dolor robando a la evolución biológica unas pocas horas, y preparar así la mente para lo innegable.
Sobre todo en aquellos casos en los que el deceso sobrevino sin anuncio, es decir, cumpliendo en exclusiva la voluntad del difunto y devolviendo, por lo general, sus huesos al lugar en el que nacieron, y allí donde descansan los de sus antepasados.
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La tanatopraxia presenta a la persona fallecida tal y como era en vida para que los familiares y allegados den su último adiós de forma digna
A paso lento pero firme, la muerte también se va abriendo camino; vamos avanzando en nuestras competencias, vamos obteniendo cada día más reconocimiento en territorio español, en el cual el reglamento de policía sanitaria mortuoria está derivado a las autonomías.
Con idea de convertir poco a poco nuestra profesión en una práctica habitual y demandada, como ocurre con nuestros vecinos europeos, o no tan colindantes gringos, basándonos siempre en la necesidad de poder despedir al fallecido mediante confrontación directa.
Con la esperanza de llevar a cabo el inevitable proceso de duelo de forma sana, como nos indican que se debe hacer los médicos .
¿Dónde encaja la muerte?
En un momento de la historia en el que prima lo joven, lo nuevo, y lo atlético, no hay lugar en este marco para lo viejo o lo enfermo, cuesta hacerse una idea de donde “encaja” la muerte, algo tan natural como la vida misma.
Se trata de una profesión vocacional en la que el técnico realiza las labores que solemos hacer todos los días, pero cuando ya no podemos hacerlo más.
Costumbres y hábitos que nos convierten en nosotros mismos simplemente por el mero hecho de realizarlas a diario, hacen referencia a tareas tan banales como asearse, vestirse, maquillarse o simplemente mantener la boca cerrada o ahuyentar un insecto.
En cambio la tarea se complica en el momento en que por capricho del ritmo de vida, la labor comienza recomponiendo el cuerpo tal y como era antes de que ese mismo día hiciéramos nuestro ultimo viaje…
Se trata de una profesión vocacional en la que el técnico realiza las labores que solemos hacer todos los días, pero cuando ya no podemos hacerlo más
Con frecuencia deseducando a las nuevas generaciones no permitiendo el acceso a las unidades de cuidados paliativos,
¿es lógica nuestra postura permitiendo la brecha que se abre entre la información que reciben a través de las pantallas, y las que perciben a través del tratamiento de sus muertos? ¿Es cabal un prejuicio tan grande hacia una certeza tan innata en los seres humanos; en los mortales?