Automedicarse tiene connotaciones negativas y, seguramente, muchas personas no están dispuestas a admitir que lo hacen. Sin embargo, es algo que, en mayor o menor medida, todos hacemos.
La automedicación se refiere al uso de fármacos por decisión propia sin una orden previa del médico y sin supervisión de este. Cuando te duele la cabeza y tomas un analgésico o te tuerces el tobillo y te tomas un antiinflamatorio, te estás automedicando. Las medicinas son un gran avance de nuestra sociedad y nos facilitan mucho la vida; ahora bien, hay que tomarlas con mucha precaución.
Sólo es recomendable la automedicación para tratar síntomas menores y siempre que el medicamentos en concreto no requiera receta médica. En caso contrario, lo responsable es acudir al médico.
La automedicación siempre conlleva una serie de riesgos, que se agravan mucho más cuando se realiza sin información ni control. Destacan los siguientes:
Los riesgos de los que hablábamos anteriormente pueden evitarse si se es cuidadoso y se actúa con responsabilidad a la hora de medicarse. Aun así, aquí van algunos consejos para la correcta automedicación:
Los más comunes son los analgésicos y los antibióticos. Los primeros son medicamentos pensados para calmar dolores; los antibióticos, por su parte, se usan para combatir infecciones bacterianas, por ejemplo, pueden usarse cuando una herida se infecte o tengamos placas en la garganta. No sientan bien a todo el mundo y es fácil desarrollar tolerancia a ellos. Nunca tomarse sin receta.
Nuestro curso de Técnico Auxiliar de Farmacia y Parafarmacia será tu mejor aliado si lo que quieres es trabajar para hacer tus sueños realidad. En este curso aprenderás cosas como la anatomía humana, algunas patologías básicas, aspectos para trabajar en una farmacia hospitalaria e incluso operaciones básicas de laboratorio. ¿Te apuntas?